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Comparecencias 2022.


Parlamento Veracruz.

Juan Javier Gómez Cazarín

Este sábado inició el calendario de comparecencias de servidoras y servidores públicos del gabinete del gobernador Cuitláhuac García Jiménez para la glosa del Cuarto Informe de Gobierno.

Y empezamos con el secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, quien ha estado al lado del Gobernador desde el primer día de su encargo.

Las cuentas que rindió el Secretario coinciden con lo que podemos ver en día a día de Veracruz: un Estado con gobernabilidad, con diálogo, con avances sustanciales en la construcción de la paz, con resultados de gobierno a favor de la ciudadanía, con una administración cercana a las necesidades de la población.

Diputadas y diputados de todos los partidos le preguntaron lo que quisieron y el Secretario les respondió con respeto y con la mejor disposición de aclarar sus dudas.

Por cierto, llamó la atención que está vacante la presidencia de la Comisión Permanente de Gobernación. Era la que ocupaba la diputada Margarita Corro, quien desde el 5 de noviembre preside el Congreso y, por ley, no puede pertenecer a ninguna Comisión. En las próximas sesiones, seguramente, designaremos a quien la supla, pero como esa Comisión, además, tiene Secretario y Vocal de lujo, los diputados Paul Martínez Marie y Genaro Ibáñez Martínez se rifaron sacando muy bien la comparecencia. Mis respetos para los dos.

El intercambio entre Eric Cisneros y las diputadas y los diputados fue un gran comienzo de la glosa del Informe.

En total, serán 15 comparecencias –contando la de Eric- antes de que toque el turno al propio Gobernador del Estado, quien acudirá ante el Pleno la mañana del 15 de diciembre para contestar preguntas de las y los legisladores.

Como ven, serán días de mucha chamba para las y los diputados, quienes tenemos la obligación de desmenuzar el Informe y aclarar cualquier duda que pueda haber sobre su contenido –sin descuidar el trabajo normal de las sesiones ordinarias-.

Las y los invito a seguir las comparecencias en la página de Internet del Congreso, en el Facebook o en Youtube, donde las estaremos transmitiendo en vivo. Por lo pronto, mañana a las 11:00 le toca al secretario de Seguridad Pública, con quien trataremos un tema fundamental para la vida de Veracruz.

Cuitláhuac, cuatro años.

Parlamento Veracruz.

Juan Javier Gómez Cazarín

Mañana, de acuerdo a la Constitución, recibiremos en el Congreso del Estado los tomos impresos que componen el Cuarto Informe de Gobierno de Cuitláhuac García Jiménez.

Pero 24 horas antes de sostener esos documentos en las manos, tengo desde ahora una idea bastante clara de lo que dirá ese Informe.

Y no es por hacerle al adivino. Ocurre que me ha tocado ser testigo de los avances que ha tenido Veracruz al mando del gobernador Cuitláhuac.

El primero de diciembre se cumplirán cuatro años de que el Gobernador rindió protesta del cargo en medio del peor desastre de nuestro Veracruz en las últimas décadas.

Cuitláhuac recibió un Estado hundido en todas las crisis posibles. La crisis de seguridad pública: con más muertos que Irak. La crisis del quebranto de las finanzas: deuda al SAT, a la UV, al IPE, a las personas pensionadas. La crisis de la corrupción de los exfuncionarios viviendo en una fiesta de opulencia: circulan historias de botellas de vino de a 60 mil varos. La crisis de la confianza política de la gente con su Gobierno: policías golpeando personas jubiladas y pensionadas, alcaldes acampando en el Palacio de Gobierno en el 2016 mientras mucha gente revisaba el Facebook para, discretamente, borrar cualquier publicación donde aparecieran con el Gobernador de aquel entonces. La crisis de la inversión privada y los empleos: ¿Qué valiente le iba a meter dinero a semejante Veracruz? La crisis de la decepción: la gente votó por un cambio en 2016 y los “salvadores” salieron tantito peor.

Y si a eso le sumamos la pandemia, tenemos la tormenta perfecta.

A todas esas crisis, Cuitláhuac le entró con valor, firmeza, convicción, dedicación y paciencia. También, hay que decirlo, con la enorme presión moral de saber que Veracruz no soportaría un nuevo desengaño y que el pueblo había confiado en él por representar la causa de la Cuarta Transformación.

Cuatro años después, con el liderazgo de Cuitláhuac, Veracruz ha dado una vuelta de 180 grados.

¿Ya se logró lo que se quería? Pues no. Luego de ser uno de los Estados más peligrosos, ahora somos el séptimo más seguro del país, pero obviamente queremos ser el primero. ¿Ya no debemos dinero? Pues sí. Se han ido pagando deudas, pero todavía nos falta, porque nos dejaron endeudados hasta el cuello. ¿Ya se acabó la corrupción? Seguramente no, pero ahora el Gobernador es honesto y los eventuales actos de corrupción son la excepción y no la norma, además de que estamos a las vivas para sancionar a quien se pase de lista o listo. Sin ir muy lejos, nunca el Congreso del Estado había rechazado dos Cuentas Públicas. Y así con todo lo demás.

En suma, a cuatro años, la regeneración de Veracruz va por buen camino. Bien dice Cuitláhuac: nos llena de orgullo.

Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.

Gobernar por carretera.


Parlamento Veracruz.
Juan Javier Gómez Cazarín

No cabe duda que volando a 11 mil metros de altitud a bordo del avión de la Fuerza Aérea TP01 es difícil ver los baches de las carreteras. Lo mismo ocurre desde un helicóptero Super Puma, de esos que alcanzan hasta 270 kilómetros por hora y tienen un techo de vuelo de 6 mil metros.

Así viajaban antes los Presidentes y, al menos en Veracruz, hasta los Gobernadores (estos últimos en Lear Jet y helicópteros Bell que fue como se nos peló el corrupto de Duarte ¿se acuerdan?).

Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador es completamente diferente. Él prefiere volar en aviones comerciales y desplazarse por carretera a pesar de que el destino final de su visita no siempre queda cerca de los aeropuertos a los que llega.

Una vez me tocó ver aquí en Veracruz que el avión lo dejó –porque los vuelos comerciales no esperan ni al Presidente- y se tuvo que regresar por carretera hasta la Ciudad de México después de una gira.

En resumen, Andrés Manuel sí ve los baches, como también ve muchas cosas más de la realidad del país que sólo se perciben cuando uno se mueve por las carreteras y caminos del territorio nacional.

Así fue como la carretera Coatzacoalcos-Minatitlán salió a relucir en la conferencia mañanera del Presidente este lunes. Porque pasó por ahí hace 10 días cuando acudió a supervisar los avances de la modernización de la Refinería Lázaro Cárdenas (tarea encomendada a la siempre confiable secretaria de Energía, Rocío Nahle) y se dio cuenta de las condiciones en que se encuentra el camino ya casi llegando a Minatitlán.

Gracias a esos recorridos por vía terrestre, surgió la instrucción a la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) para arreglar la carretera que es fundamental para la vida económica de la región.

Y, ya de paso, les recomendó también la carretera de Minatitlán a Hidalgotitlán, un compromiso de AMLO del que tampoco se olvida.

Esta última, es parte de un Programa de Caminos Rurales que este año impulsa 13 proyectos en nueve Estados. Y otro proyecto en Veracruz, de este mismo programa, es la carretera de Zontecomatlán a Ilamatlán, en la Huasteca Baja (pegado a Hidalgo).

Estoy convencido de que gobernar por carretera es un signo de la Cuarta Transformación que todos los que formamos parte del movimiento debemos tomar en cuenta para imitar.

El gobernador Cuitláhuac García, por lo pronto, así lo ha hecho en todas las regiones de Veracruz, donde muchas obras de infraestructura a cargo del Estado son testimonio de los nuevos tiempos.

*Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.

El circo de atracciones

TRINCHERA DE IDEAS

CYNTHIA SANCHEZ

Cuando era una cría hasta mi lejana comunidad rural llegaba una vez al año el circo de atracciones. Montaban la carpa en la cancha del pueblo, donde los domingos se jugaba todo el día infinitas retas, llegaban los tráileres jalando las jaulas de leones desnutridos, changos pulguientos, cebras deslavadas y al final un elefante de ojos llorosos.

Pero en aquel entonces los chiquillos no veíamos la miseria y crueldad escondida bajo el toldo luminoso del circo, solo veíamos las lentejuelas brillantes de mujeres alegres que iban en zapatillas altísimas repartiendo boletos gratis o 2×1 por las calles polvorientas. La gente se entusiasmaba y daba permisos para que el circo usara luz, agua, lo que hiciera falta.

Si tenías suerte, y en casa sobraban unos pesos, podías ir a una función: la música fuerte, el olor a palomitas, el elefante con sombrero en la entrada para la foto del recuerdo, y adentro de la carpa un escenario a media luz donde olía a excremento de caballos y heno. Cuando el presentador iniciaba el show se encendían las luces y con una voz engalanada seducía al espectador e iba presentando una a una las atracciones. Se salía lleno de júbilo, con la gran excitación de los trucos que parecían inverosímiles y a la vez facilísimos, y sin darte cuenta, aunque la entrada había sido gratis, habías gastado más de lo previsto, el jornal de la semana que apenas iniciaría.

Cuando el circo se iba la cancha quedaba destruida, cerros de basura, siempre un transformador de luz averiado, un hueco en el suelo de donde se habían conectado a la toma de agua, y de a poco al pasar de los días se iba diluyendo la emoción y quedaba en el pecho la extraña sensación de haber sido timados.

Hoy vivimos día a día dentro de un circo de atracciones, cada vez más luminosas y asombrosas; suceden todo el día, toda la noche; pasamos de un truco a otro olvidando que afuera está la calle polvorienta o, peor aún, nos hemos ido convirtiendo en una atracción para otros y nosotros mismos. Nos vestimos de lentejuelas y sombreros de copa y sonreímos ante las luces de un escenario que nos consume, tratando de ser lo más redituables posibles para no terminar en la jaula del elefante triste.

Un signo de nuestros tiempos es la mimetización. La imperiosa “necesidad” de ser el cúmulo de patrones establecidos por el sistema. Nos ofertan una amplia gama de personalidades, pero, al fin y al cabo, solo moldes que puedan seguir produciendo.

Todo se vende, todo se compra, todo se consume en el circo del capitalismo. Lo mismo si eres alegre, emprendedor, vivaz, triste, suicida, rebelde; se trivializa la particularidad, se hace mercancía de la diferencia y todos participamos del show de nuestra propia degradación humana.

Con los ojos puestos en las luces del escenario no podemos ver u olvidamos qué caro nos sale mantener al circo, qué desgastante nos sale intentar ser del circo.

Poquísimas veces fui al circo en mi infancia, pero recuerdo que al fondo del escenario había una pesada cortina de donde salían y entraban quienes hacían cada número del show, y por un fugaz momento podías ver, si prestabas atención, al payaso sin sonrisa, al hombre más fuerte del mundo agachado en un rincón, a la mujer más bella del mundo sin peluca, al antes bravo león yendo dócilmente a su jaula… un fugaz momento en que podías ver la estafa de la fantasía.

V

csanchez@diariodexalapa.com.mx

Autonomía energética

PUNTO Y COMA

Por Yair Ademar Domínguez

Así como los neoliberales abandonaron la infraestructura de la Comisión Federal de Electricidad para entregarla al consorcio español Iberdrola, lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha defendido a capa y espada, así sucedió con Petróleos Mexicanos, en donde muchas instalaciones fueron olvidadas con la intención de tirarlas a la basura y seguir dependiendo de intereses extranjeros.

Este fin de semana el mandatario mexicano hizo un recorrido por las refinerías de Dos Bocas, Tabasco; Minatitlán, Veracruz; Salamanca, Guanajuato; Tula, Hidalgo y Tampico, Tamaulipas, refrendando que su gobierno va por la autosuficiencia energética, frente a los intereses de los neoconquistadores del país.  

En Tula, Hidalgo, dijo que a esta planta que había sido abandonada, su gobierno le tuvo que meter 2 mil 500 millones de dólares para no dejar que se pudriera y se convirtiera en chatarra. ¿Por qué estamos actuando de esta forma?, preguntó el mandatario retóricamente. “Porque queremos ser autosuficientes. Ya no vamos a seguir con la misma política de vender petróleo crudo, materia prima y comprar gasolinas, porque eso es como si vendiéramos naranjas y compráramos jugos de naranja”, les dijo a los trabajadores.

“Ya no. Vamos a producir en México todas las gasolinas y el diesel que se consume en nuestro país. Para eso era necesario que se acabara con la corrupción porque eso no era una pandemia, eso era una peste, que estaba acabando con México. Ya se tienen que ir los corruptos, sean del sector público o del sector privado o extranjero, a robar a otra parte, ya México no es tierra de conquista”, destacó el Presidente, ante el aplauso público de los trabajadores.

“Como ya no hay corrupción tenemos presupuesto suficiente, porque todo esto no es con crédito, no hemos pedido crédito, no ha aumentado la deuda, todo esto es porque los de antes, los machuchones de arriba no pagaban impuestos. Ya tenemos una hacienda pública fuerte, ya tenemos presupuesto: no necesitamos ni aumentar impuestos ni aumentar el precio de las gasolinas”.

Y al final, ya para terminar su mensaje, reveló que trabaja 16 horas diarias y que por ello, a su gobierno, que le faltan dos años, se convertirán en cuatro, por las jornadas dobles de trabajo. Y aunque el pueblo lo ha pedido y lo pedirá, dijo que no se reelegirá. “No a la reelección, porque yo soy maderista. Acuérdense, sufragio efectivo, no reelección, pero vamos a dejar sentadas las bases, bien fincado el cambio, para que ya no puedan darle marcha atrás”.

“Nunca más un México para una minoría rapaz. Nunca más un México que le dé la espalda al pueblo. Nunca más la corrupción, nunca más el clasismo, nunca más el racismo”, concluyó ante el aplauso de los trabajadores ahí presentes.

Más claro, ni el agua. El trabajo del mandatario mexicano es inédito, no tiene precedente en la historia del país. A pesar de los contratiempos históricos, de las circunstancias mundiales y del hostigamiento de la derecha, su gobierno avanza, va caminando y en esta materia lo que busca es la autosuficiencia, porque en ello estriba nuestra libertad.

Y en ese plano, el sur de Veracruz será estratégico, porque como ya lo hemos señalado aquí, las inversiones que se realizan en las refinerías y el proyecto que ya va en marcha del Istmo de Tehuantepec, están generando una gran derrama económica que se traduce en bienestar para los surveracruzanos.  

Comentarios: Facebook Yair Ademar Dominguez  Twitter @YairAdemar

Las cifras duras.


Parlamento Veracruz.
Juan Javier Gómez Cazarín

Las cifras nacionales en materia índices delictivos no mienten. Veracruz está entre las 10 entidades más seguras del país. En delitos generales somos el séptimo lugar más seguro del país y en homicidio estamos en el octavo renglón (con algunas Entidades empatadas) de las más seguras.

¿A qué se debe la insistencia de algunas y algunos por negarlo? Creo que, básicamente, hay dos tipos de personas que expresan recelo del avance de nuestro Estado en materia de seguridad.

Por un lado, están los legítimamente lastimados porque lamentablemente han vivido un delito en carne propia, cerca de su esfera personal o se han enterado de alguno por la elevada repercusión de algún caso muy relevante (la maestra en Xalapa y su nieto, el sastre en Coatzacoalcos).

Es como si yo te digo que las posibilidades de que te alcance un rayo son estadísticamente ínfimas y, de pronto, cae un rayo frente a tu casa o en tu colonia o, incluso, en la ciudad donde vives (y te enteras por las noticias). En tu mente, mi explicación de las estadísticas competirá con la experiencia emocionalmente traumática que has registrado.

Y, por otro lado, desde luego, está la gente de mala fe, subrayadamente políticos del viejo régimen que buscan desprestigiar a Veracruz.

Esos no son para nada legítimos, pero tampoco son muy difíciles de entender. A ellos les carcome el odio hacia la 4T y hacia cualquier logro que sea producto de las nuevas políticas en México, en Veracruz y en la mayoría de nuestros municipios.

Y, justamente, las estadísticas les molestan todavía más. ¿Sabían que de enero a septiembre del 2018 (el último año de Yunes) tuvimos más homicidios que Iraq, a pesar de que aquel país tiene cuatro veces más habitantes y vive una permanente crisis de seguridad nacional? Como dije, los números no mienten.

Con fines políticos, quieren hacernos pensar que vivimos en una ola de violencia que no existe.

La realidad de las cifras duras es que el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez está rescatando al Estado de manos de la delincuencia, como ellos lo dejaron. La tarea es ardua, pero el Gobernador le está entrando con valentía y dando resultados.

Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado.

La memoria del olvido

TRINCHERAS DE IDEAS

Cynthia Sánchez

Qué olvidamos cuando olvidamos. Qué pasajes de nuestras vidas permanecen bajo una densa niebla imposible de penetrar mientras otras son como pepitas de luz que relucen a la primera evocación.

El olvido. Qué anhelo humano más recurrente: olvidar, borrar, desaparecer eso que late en nuestra memoria. Todos los días se escapan números, nombres, caras, sucesos; en qué calle pasó qué, en qué año ocurrió tal cosa. Nuestro cerebro archiva nuestras vivencias, les asigna un orden, una importancia, ¿bajo qué parámetro hemos aprendido a desechar recuerdos?

El olvido nos permite en muchos casos seguir, protegernos, darle la vuelta a vivencias que originaron algún trauma; así, confinamos a la oscura fosa de nuestra mente aquello que nos causó dolor físico o emocional, aquello de lo que apenas pudimos sobreponernos.

Sin embargo, el olvido también tiene su memoria, su mapa, su caminito de migas. Las micorrizas de nuestra memoria perdida se extienden bajo la tierra de nuestra conciencia y crean conexiones silenciosas. Así que lo que creemos haber olvidado en realidad late en nuestro subconsciente en espera de manifestarse.

Lo olvidado hace que nos pongamos el pie, que tropecemos con la misma piedra, que deambulemos por laberintos de salidas evidentes; le hemos llamado karma, suerte, mala estrella, fatalidad; es la infinita herida que sangra invisible bajo todos nuestros actos.

Así, tal como en lo personal somos nuestro olvido, en lo colectivo los pueblos también caminamos bajo la inercia de lo que hemos aprendido y desechado.

La memoria olvidada de los pueblos está forjada por siglos de dominación y saqueo, siglos de matanzas, conquistas y esclavismo; en pleno siglo XXI nos movemos bajo el fantasma de pueblo masacrado, sobrevivientes de horrores.

Aprendimos a adorar a nuevos dioses que se alzaron bajo las cenizas de los propios, a seguir e incluso defender leyes que perpetúan el poder de unos pocos que son dueños del capital, a convencernos de que nos sentimos seguros con el Ejército en las calles, el mismo Ejército que en el pasado ha desaparecido y torturado, el mismo Ejército que aún hoy entra a comunidades y violenta. Hemos aprendido a olvidar por sobrevivencia, por miedo.

Pero hay una huella en nuestra memoria de todo aquello que olvidamos y tarde o temprano se manifiesta. Y el síntoma del malestar colectivo es la resistencia, la rebeldía, ese punto en el que nos arrinconan y somos capaces de traer al presente la convicción pasada de que podemos tomar las riendas de nuestra vida y sacudirnos lo que es injusto.

Nuestro mejor síntoma de que somos sobrevivientes de lo atroz es la rebeldía.
La realidad convulsa en la que hoy vivimos nos exige una reconfiguración urgente entre lo que olvidamos y recordamos, y para ello es fundamental cuestionarnos acerca de lo que pasa a nuestro alrededor, analizar, comparar, contrastar, mirar hacia la historia desde la mirada de la resistencia y no del conquistado.

Tenemos que cuestionar nuestras inercias que lastiman y nos lastiman, tenemos que revisar cómo perpetuamos en nuestro día a día formas de poder e intolerancia, tenemos que analizar porqué justificamos la violencia y la crueldad; y a la par, apostarle a la construcción de nuevas formas de relacionarnos desde la empatía y la solidaridad; conjuntar saberes y desarrollar herramientas colectivas para el desarrollo ecosustentable, aprender a cuidarnos y hacer comunidad; conocernos para querernos mejor y querer mejor; hacer de la ternura un ejercicio consciente para nosotros y el otro.

Aprender a resistir mejor, a rebelarnos mejor, a recodar más y olvidar menos.

csanchez@diariodexalapa.com.mx

Ten misericordia de mí, ¡Señor! Mira, no te escondo mis heridas

Pbro. José Juan Sánchez Jácome

La Biblia nos permite explicar el don de la fe de una manera que es accesible a todos. La Sagrada Escritura no ofrece demostraciones y explicaciones intelectuales, sino que a partir de la vida de los pueblos y las personas van saliendo los elementos y características, explicaciones vivas de las cosas de Dios.

Dentro de todos los textos que en la Biblia tienen el potencial de abrirnos maravillados al don de la fe, consideremos para nuestro propósito los elementos que van apareciendo en el evangelio de la curación de los diez leprosos (Lc 17, 11-19).

En la vida de fe se da, en primer lugar, una especie de intuición. Los leprosos intuyen que Jesús es el Salvador, que puede hacer maravillas en su vida. También nosotros, sin tener todos los conocimientos y todos los elementos a la mano, sin embargo, tenemos una intuición; es la intuición que da la fe la que nos lleva a Dios, la que nos hace sentirnos aceptados y socorridos por Dios.

Uno intuye que aquí está Dios, que tiene una respuesta a todas nuestras inquietudes, que puede sacarnos de los problemas que estamos viviendo. La intuición que experimentamos no se debe a que seamos muy inteligentes o muy capaces, sino que es una característica de la fe. Cómo vivimos, cómo experimentamos, cómo explicamos la fe, en primer lugar, a través de esa intuición como la que tienen los leprosos.

Uno intuye que la vida cobrará un sentido en la presencia de Dios, que en la presencia de Dios no hay imposibles y que eso que no hemos encontrado en tantos lugares, en la presencia de Dios será posible conseguirlo, porque esa es una de las cualidades de la fe, la intuición que uno tiene de que si estamos con Dios estamos en buenas manos, estamos en el lugar correcto, como la petición que le hacen los leprosos a Jesucristo.

La intuición es el primer elemento para explicar la dinámica de la fe, como la que nosotros -sin nuestras capacidades, sino como una cualidad de la fe- hemos desarrollado.

En segundo lugar, la fe muchas veces se expresa a través de un grito. Ojalá nuestra vida fuera tranquila y arreglada, y que la fe fuera pura cosa de oraciones y sentimientos, pero la fe no es así. La fe se expresa a veces como un grito desde lo más hondo del corazón. Los problemas de la vida y hasta la desesperación nos hace gritar a Dios; cuando incluso hemos querido hacer bien las cosas, la fe es muchas veces gritarle a Dios. No es una súplica tranquila, no es una petición reposada, sino un grito desesperado que sale del alma, como el grito de los diez leprosos: “¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!”

Hay una súplica a través de un grito para que uno quede seguro que Dios no solo escucha, sino que se da cuenta de la angustia que hay en el corazón. ¿Por qué gritamos? No porque Dios sea sordo, sino para que además de escuchar la súplica concreta se dé cuenta de la angustia que hay en el corazón. Así se siente en la oración de San Agustín: «Ten misericordia de mí, ¡Señor! Mira, no te escondo mis heridas. Tú eres el médico, yo soy el enfermo; tú eres misericordioso, yo miserable» (Confesiones, X, 39).

En tercer lugar, la fe es obediencia. En la fe basta la palabra del Señor, basta lo que Él pida. Los leprosos piden ser curados y Jesús les dice: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”, y ellos obedecieron. Jesús no les pidió cosas raras, no les dijo que hicieran un rito y realizaran una cosa extraña en particular; no les dijo que hicieran una oración con determinadas características, sino que Jesús actúa conforme a lo que sucede en esos casos y los manda con los sacerdotes.

La fe es obediencia; cuando es sincera nuestra súplica, cuando tenemos ganas de superar los problemas, cuando por la intuición que tenemos sabemos que lo que Dios dice nunca es un desperdicio, la fe se convierte en obediencia: lo que diga Dios, aunque nos parezca ordinario e intrascendente, pero lo que diga y lo que pida Dios eso es lo único que se necesita, porque no es tanto lo que uno hace, sino la obediencia que le debemos a Dios.

Cuando estás en un proceso de vida cristiana, cuando quieres saber lo que Dios te pide, no esperes cosas raras, como de repente sucede en otros lugares: haz una oración con determinadas características, utiliza este color, envía ángeles, usa estos aceites. Como son cosas novedosas y extravagantes uno cae en la trampa.

Pero cuando la fe es obediencia, no importa cuando nos parezca una cosa burda, ordinaria e intrascendente lo que se pide, cuando no nos parezca emocionante lo que se pide, porque si viene de Dios no hay desperdicio y por eso en la fe se pone a prueba la obediencia del creyente.

Finalmente, la fe que en las primeras etapas comienza con un grito termina con un grito, porque cómo callar el amor, cómo no ser agradecido cuando Dios toca el corazón, cómo no dar las gracias cuando Dios ha respondido a tantas necesidades. Se trata de algo que no se puede guardar y callar y aunque no toda le gente sea así, por lo menos uno de los diez leprosos fue agradecido; no le cabía la emoción y el amor en su corazón y por eso regresó con Jesús para darle gracias.

La fe es un grito de alabanza, de gratitud, de reconocimiento a la gloria de Dios. A partir de estas cuatro características podemos revisar nuestro propio itinerario de fe. Cómo vivimos la fe, cómo explicamos la fe que Dios nos ha concedido, cómo vamos fortaleciendo este proceso de fe, para que viendo la experiencia de los leprosos tengamos en cuenta estos cuatro elementos: la fe es intuición, la fe es un grito desgarrador, la fe es obediencia y la fe es un grito de gratitud y reconocimiento de la gloria de Dios.

Que no nos falten estas características en nuestra vida de fe para que cuando con muchas ganas le gritamos a Dios nuestra necesidad, también con muchas ganas le gritemos nuestro cariño y gratitud cuando nos bendice de muchas maneras en la vida.

Dice Fray Nelson que: “El que más reconoce su necesidad y el que menos cree merecer el remedio es quien mejor y más pronto ve la mano de Dios y la agradece. Y lo opuesto también es verdad: quien se considera muy fuerte o quien tiene asumido que se lo merece todo no encuentra apenas de qué dar gracias”.

Es Claudia.


Parlamento Veracruz.
Juan Javier Gómez Cazarín*

Hoy tuve el honor de estar en el Auditorio Nacional, en el IV Informe de Gobierno de nuestra admirada Claudia Sheinbaum.

Confirmé la opinión que ya tenía de ella: es extraordinaria. En su persona, en sus logros, en su compromiso con la transformación del país.

No fue como la mayoría de los Informes de Gobierno, solemnes presentaciones de resultados (que, en el caso de Claudia, son muchísimos).

La neta es que me cuesta trabajo explicárselos. Lo que había hoy en el Auditorio era una energía que flotaba en el ambiente, una vibra positiva, una sensación de fiesta, la impresión de estar viviendo un capítulo de la historia.

Claudia, dueña del escenario. Segura, madura, empoderada. En la plenitud de su vida y de su carrera, transmite la confianza de quien está lista para lo que sigue.

Hoy vimos a una mujer que reúne sobradamente las cualidades personales que se requieren para el servicio público moderno, eficaz y honesto que queremos todas y todos.

Posee la rarísima combinación de una formación técnica de alto nivel –es física, con doctorado en ingeniería ambiental-, la experiencia del paso por encargos complicados de administración –Medio Ambiente de la Ciudad de México, Jefatura en Tlalpan- y la sensibilidad política y coherencia ideológica de quien ha militado en la izquierda toda su vida.

Les platiqué que, hace tres semanas, me hizo favor de invitarme a dar una vuelta por el trolebús elevado que inauguró en Iztapalapa y que es único en el mundo, con siete kilómetros de “segundo piso” exclusivo para el transporte público. Ni en China tienen uno así.

Y así es su aprobación en la Ciudad de México, donde el 61.8 por ciento de sus gobernadas y gobernados aprueban su gestión.

Como muchas y muchos, yo estoy más convencido que nunca: es Claudia.

Ser otro, ¿fantasía o necesidad?

TRINCHERAS DE IDEAS

Cynthia Sánchez

Suena la alarma, suspiramos, nos levantamos, intentamos echar a un lado la desazón de iniciar otro día. Iniciamos la rutina, repasamos los pendientes…

Todos los rostros que topamos en la calle llevan su propio ritmo, su propia agenda, su propio infierno, el propio día a día que en algún punto parece la repetición en espiral de una vida que ya no recordamos cuándo la elegimos, en qué momento llegamos a los roles de los que ahora parece no haber escapatoria.

Qué somos y qué nos define en el marasmo de una cotidianidad atravesada por el sistema económico-político-social vigente pero no por ello menos obsoleto y en degradación.

Cuál es la razón de cada abrir de ojos más allá de ser un engrane del capitalismo, más allá de ser un número en la nómina, más allá de ser un like en las redes, más allá de lo inobjetable, más allá de las apariencias. ¿En qué podría reconocerme?, ¿en quién puedo hacer eco?

¿Qué pasaría si un día andado por la calle me encontrara con otro yo? Alguien que tomó el otro camino, que dijo sí en vez de no, ¿y si fuera cierta la fantasía de ser otro?

En El Hombre Duplicado (José Saramago, Alfaguara. 2003), Tertuliano Máximo Afonso es un gris profesor de literatura de 38 años, sobreviviente de su rutina, acoplado fielmente al devenir de los días, seco de aspiraciones, amoldado al sistema, resignado a que no hay más.

Una mañana, mientas ve una película, descubre que un actor es su copia fiel, y en un arrebato lo investiga, lo encuentra, lo sigue y se da cuenta que es su gemelo idéntico, aunque no lo une lazo de sangre alguno; es solo un clon, una falla de la naturaleza. Pero lo terrible no es que tenga un doble, sino que aquel tiene una vida totalmente distinta.

Como toda novela de Saramago, la historia pone en la mesa la necesidad de reflexionar qué nos da identidad, qué nos hace únicos, cómo se han tejido en nuestro cerebro los códigos que nos hace ser quienes somos.

Y cuestionarnos sobre nuestro ser puede arrojarnos también a preguntarnos, ¿es posible revelarnos de nosotros mismos?, ¿de nuestros patrones, de nuestros vacíos, de nuestros miedos?, ¿podemos salir de la fosa de nuestras oscuridades?, ¿quiénes seríamos si pudiéramos sobreponernos a lo que somos, a lo que nos dijeron que somos?
¿Y si más allá de unidades productivas enajenadas por el sistema pudiéramos ser personas únicas y libres de realizarnos en nuestra verdadera habilidad?
¿Y si más allá de afanarnos en cumplir con estándares para ser objeto de uso y desecho fuéramos libres de expresarnos en nuestra particularidad?

¿Y si más allá de organizarnos de forma piramidal creyendo que avanzar es pasar por encima del otro y mejor le apostamos a las relaciones horizontales, igualitarias, donde cada uno aporte en su capacidad?
¿Y si dejamos de creer que somos de facto seres egoístas incapaces del cambio y nos animáramos a creer que podemos ser solidarios?

¿Quién hubiera querido ser?, le preguntaron a la escritora argentina Silvia Ocampo, “Ser yo misma corregida varias veces por mí misma”, respondió.

Desde un cuarto piso, con la ventana abierta por donde me llega el eco de la ciudad convulsa, me pregunto, ¿quién hubiera querido ser?, ¿hay tiempo?, reflexiono mi respuesta. ¿Y ustedes?

csanchez@diariodexalapa.com.mx