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TRINCHERAS DE IDEAS

La tiranía de la felicidad

CYNTHIA SÁNCHEZ

Nos han enseñado que debemos estar bien, a sobreponernos de los infortunios –chiquitos o grandotes –, a la brevedad posible, porque podemos, ¡claro que podemos! Vivimos en una cultura del “echaleganismo”, del “vibra alto”, del “manifiesta”, del “Dios mediante”.

Nos han venido dando el discurso de que todos pasamos por desventuras y que éstas son una oportunidad –algunos incluso dicen que es “maravillosa” – de probarnos, de luchar, de salir vencedores, de saber de qué estamos hechos. En fin, que hay que agradecer el golpe que nos hizo más fuertes.

Hay una marcada premura en el mundo contemporáneo por superar las crisis, aquello que nos hace sentir tristes, desesperados o sin rumbo. Y hay todo un lucrativo mercado de la autoayuda y el coaching que está presto para ayudarnos a saber “resistir” a ser “resilientes”, a aceptar que lo normal es que el mundo sea hostil y que hay que, simplemente, “adaptarnos”, “soltar” y “fluir” sin mirar atrás; pero, si ponemos atención, no nos animan a pensar en transformar, se trata de aceptar y adaptarse a lo que es.

El discurso es aceptar en donde estamos parados ahora, después de aquello que se hizo tormenta, y ver nuestra capacidad para seguir adelante, superar ese duelo que, nos dicen, en realidad no somos nosotros, sino un sentimiento que debe ser pasajero para dar lugar a quienes sí somos, es decir, plenos y luminosos.

Se nos impone la tiranía de ser felices a toda costa, en todo momento, de que ese sea nuestro fin último y de facto sentirnos avergonzados por esa parte de nosotros que se permitió sufrir, que se permitió ser frágil. La fragilidad humana se convierte entonces en un inconveniente a combatir. ¿Y si es mi fragilidad lo que me da sentido?

Obviando que esta columna no se trata de una apología al “voy a sentirme miserable” (aunque valdría la pena preguntarse: ¿y qué si lo mío es la oscuridad y no la luz?), habría que cuestionarse qué hay detrás de ese ser “resilientes” a rajatabla, de ese resistir y aprender a decir con alegría, “pues ya, esta es mi vida”.

¿Por qué nos instan a ver que la falta dinero para comprar la comida de la semana o pagar el recibo vencido del agua es una señal de que hay que movernos, trabajar más, buscar un turno extra, ser “emprendedor”?

Por qué nos dicen que no nos sentimos vacíos ni sin sentido, es solo que no nos permitimos ver la maravilla de estar vivos; que solo hace falta enfocarse en algo: trabajar sin parar, ir al gym 24/7, sumergirse en una causa; o irse al exceso: fiesta, comida, alcohol, sexo… ¿todavía nada?, ¿qué tal fluoxetina?

Y si en lugar de adaptarme cuestiono por qué pese a trabajar de 8 a 12 horas diarias seis veces a la semana el salario me alcanza para cubrir no más de una semana de comida, ¿quién permite que los precios de la canasta básica se disparen?, ¿por qué los servicios públicos son de mala calidad y caros?, ¿por qué somos millones en esta situación?

¿Y si mi vacío existencial es porque me niego a aceptar que debo encajar en patrones establecidos por un sistema que funciona por la sobreexplotación y devastación y lo que me ofrece es también ser un producto de consumo desechable?, ¿quién nos enseña que debemos ser alguien, hacer algo, que hay un motivo?

¿Qué fin perverso persigue en realidad la industria de la autoayuda?, ¿a quién pertenece?, ¿a qué intereses sirve?, ¿quién gana si me adapto, si resisto?, ¿quién se beneficia si la incertidumbre y la desesperación por una realidad social y económica convulsa la vuelvo mi responsabilidad?

csanchez@diariodexalapa.com.mx

TRINCHERAS DE IDEAS

Aquellas pequeñas cosas

Cynthia Sánchez

Reza la canción de Mercedes Sosa: “Uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida y vuelta; son aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas en un rincón, en un papel o en un cajón”.

Cuando nos despojamos de la coraza, las duras caretas, de los enconos fingidos o verdaderos, del dolor quemante, del orgullo sangrante, y pasa el tiempo y todo va tomando un color distinto, un peso más liviano; y lastima, pero ya no tanto; y se anhela, pero ya no tanto; y se espera, pero ya no tanto, ¿qué queda en el último estante de nuestra memoria?

Al final qué somos sino hacedores de recuerdos. Al final qué es la vida sino momentos fugaces que se quedan grabados en la vieja polaroid de nuestra memoria. Al final qué termina siendo el otro sino un paréntesis en la lectura, una secuencia de cine, un golpe de sonido: como aquella vez cuando sonrió con el jazz de fondo o cuando aquella luz durazno entró por la ventana e iluminó su rostro; o aun más pequeño: la línea de su hombro, la curva de su oreja, el largo de su cicatriz… Somos aquellas pequeñas cosas que se quedan para siempre suspendidas en el tiempo inalterable de la memoria. Nos da sentido y determina incluso cómo somos en cierta circunstancia; lo llevamos acuestas aun cuando ya no sea de forma consciente. Más que lo vivido, somos lo que recordamos. La suma de instantes.

En El Museo de la Inocencia el escritor turco Orhan Pamuk nos habla acerca del amor perdido como una evocación anhelante de lo vivido. El personaje principal, Kemal, debe casarse con Sibel, una mujer hermosa que encierra todo el ideal al que una persona puede aspirar; sin embargo, se ve a escondidas con Füsun en una pequeña buhardilla. Y es de Füsun de quien comienza a guardar objetos: un pequeño arete, un recorte de periódico, un libro, una carta. Al tiempo, cuando deja a Füsun y hace su vida con Sibel, Kemal se da cuenta de que todas aquellas cosas que guardó forman una suerte de museo de una época donde fue feliz y no lo sabía. “De haberlo sabido, ¿habría podido proteger dicha felicidad? ¿Habría sucedido todo de otra manera?”, reflexiona Kemal.

Por cierto, que físicamente existe El Museo de la Inocencia, está en Estambul; fue creado por el propio escritor y en él están todos los objetos que refiere la novela.

La historia es una relatoría de pasiones y obsesiones; de dolor y arrepentimientos; de esa derrota que supone descubrir que erramos; de esa desazón profunda de saber que ahora anhelamos lo que antes rechazamos o que aquello que elegimos primero terminó siendo una quimera, un desvío del camino; y que a veces, aun cuando logramos retomar la senda, la fatalidad nos pasa factura; pero si tomamos aquellas decisiones fue porque éramos otros, era otra circunstancia.

En una vieja serie –cuyo nombre no recuerdo–, un músico sabe que va a morir y en una hoja escribe los cinco «hit» de su vida, y estos son instantes que ve claramente en su mente: cuando su padre lo enseñó a nadar, cuando una extraña le dijo que era un héroe… y ve nítida la escena en su cabeza, sin un antes ni un después.

¿Qué objetos conforman nuestro museo?, ¿al final nos reducimos a cinco puntos de una lista escrita en hoja de libreta?, ¿cuáles pondría usted? Yo tengo uno, esa vez que…

csanchez@diariodexalapa.com.mx

El voto no se toca.

Parlamento Veracruz.
Juan Javier Gómez Cazarín.

Lo que sea de cada quien, en algo tienen razón los que marcharon ayer domingo: el voto no se toca.

Bueno, al menos no se debería tocar. Pero, seamos sinceros: ¿quién en México le mete la mano a los votos? ¿Quién hace y deshace reglas absurdas que limitan los Derechos de las personas sin tener facultades para ello? ¿Quién se toma atribuciones y emite decisiones inatacables que en más de una ocasión han cometido injusticias en contra de la voluntad ciudadana? ¿Quién limita la libertad de expresión que debería ser la piedra fundamental de las campañas políticas?

Siempre lo he dicho: al régimen del PRIAN lo podemos acusar de corrupto, pero no de tonto.

Décadas de poner en práctica el robo electoral les han permitido perfeccionarlo hasta hacerlo de cuello blanco. Parece que los porros que robaban urnas en la jornada electoral son cosa del pasado –aunque todavía quedan-. Lo de hoy es tener funcionarios electorales, que se dan baños de pureza diciéndose independientes, haciendo el trabajo sucio.

Hemos llegado al grado de que las candidatas y los candidatos enfrentan la perversa situación de que, una vez ganado en las urnas, con el voto del pueblo a su favor, viven “con el Jesús en la boca” porque están a merced de que les anulen su elección por algún oscuro tecnicismo que, muchas veces, ni siquiera está expresamente escrito en la ley. Eso, si no es que les tumbaron la candidatura pocos días antes de la elección. Cuando eso pasa, se aplica la clásica frase del manual del autoritarismo: “Háganle como quieran: no es no”.

¿La marcha fue para defender al voto? No. En absoluto, no. Están defendiendo a una jerarquía de funcionarios que están lejos de representar a los intereses del pueblo y que están a una rayita de descararse como francamente enfrentados contra la transformación del país. Están defendiendo al viejo régimen con el que muchas y muchos hacían negocios.

Creo, eso sí, que había mucha gente de buena fe en la marcha. Gente honesta pero mal informada, que no ha leído el contenido de la Reforma Electoral, que les endulzaron el oído y que se ha ido con la finta de las campañas negras de desprestigio y de manipulación de la opinión pública -con todo un aparato de medios a su favor- a cargo del PRIAN que, la neta, también para eso son buenos.

A esas personas honestas y de buena fe, les puedo dar una clave para salir de dudas: si vas marchando en la calle y Alito Moreno va caminando junto a ti, entonces estás en la marcha equivocada para el bien del país.

Yo no marché el fin de semana, pero sí sudé la gota gorda. Con el gobernador Cuitláhuac García al frente, fui parte de un tequio que le echó montón a mejorar el Telebachillerato de Tebanca, en el municipio de Catemaco, en mi tierra, Los Tuxtlas.

Ahí, en Catemaco, también tuve el gusto de saludar a nuestra secretaria de Energía, Rocío Nahle García, con quien el Gobernador promueve inversiones para Veracruz. Además, participé en el Consejo Estatal de Morena, en el que se puso énfasis en nuestra unidad como movimiento.

Mis Águilas del América no ganaron, pero empataron, así que puedo decir que tuve un gran fin de semana.

Pd. Es Chío. Que conste que se los estoy diciendo con tiempo.

Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado.

Tras el conejo blanco

TRINCERAS DE IDEAS

Cynthia Sánchez

¿Quién eres tú?, le increpa la oruga a Alicia mientras fuma su opio con aire de arrogancia. No sabría decirle, señor. En la mañana era una, pero ahora, soy otra, le responde Alicia azorada.

¿Quién eres?, ¿quiénes somos?, tras cuántos conejos blancos hemos corrido, en cuántos pozos sin fin hemos caído, en cuántos laberintos hemos dado vueltas una y otra vez pasando la salida sin verla.

Qué impulso nos empuja a seguir buscando afuera cómo llenar un vacío interior que no nos animamos a explorar, a ver hasta dónde llegan sus bordes, qué lo origina.

Vivimos en una sociedad del uso y desecho. Consumir es la parte nodal del sistema económico-ideológico-social que enfrentamos día a día. Pero también ese sistema trasciende y define lo emocional.

¿De dónde nos vienen las formas en que nos relacionamos con los otros y nosotros mismos?, ¿dónde, cómo aprendimos a amar?

¿Es casual que al tiempo que la modernidad es cada vez más vertiginosa y superflua, la forma en que intercambiamos amor es efímero y utilitario? Queremos más y más rápido, pero con menos exigencias. Si todo está al alcance de un clic, ¿por qué tendríamos que comprometernos con relaciones, de cualquier tipo, que exigen tiempo, escucha, empatía?

La era digital capitalista nos ha ido educando para aspirar a más, mejor y rápido. Para siempre buscar lo que está a punto de salir, anhelar lo que apenas se va a inventar para lanzarse al mercado. Y así vamos buscando también felicidad, tranquilidad, paz, amor y realización como un producto más que puede comprarse de alguna forma y que siempre habrá que cambiar, “actualizar”, arrojándonos en una continua espiral de insatisfacción, porque creemos que nunca llegaremos, que ese anhelo siempre está fuera de nuestro alcance; y tal como las cosas materiales no crean satisfacción duradera, tampoco el sentimiento hecho producto nos llena.

Acostumbrados a que todo es un fin a perseguir, una meta que cruzar, cuando al fin tenemos ese alguien, ese algo, lo desechamos porque no es la estabilidad lo que nos da lugar, sino el conflicto, el rechazo, incluso. Cuántos hay que desechan ese cariño limpio del que nos han hablado los poetas por irse tras quimeras que lastiman. ¿De verdad aspiramos al amor?, ¿a ser amados por lo que somos sin fingirnos, sin atenuarnos y amar por quienes son los otros?, o solo estamos enganchados a la carrera, a la búsqueda. Nos dopa el dolor, la insatisfacción.

Si no sabes a dónde vas, no importa el camino que tomes, le dice el gato de Cheshire a Alicia. Con que uno llegue a algún lado, responde ella. Siempre se llega a algún lado, contesta el gato.
¿Sabemos a dónde vamos?, ¿a dónde queremos llegar?, ¿somos conscientes de a dónde nos llevan nuestras decisiones?, ¿somos lo que acertamos o lo que erramos?, ¿somos lo que ganamos o lo que perdemos?, ¿somos el amor que damos o el dolor que causamos?, ¿realmente no podemos ver lo que hay delante o estamos cerrando los ojos?, ¿podemos ser más, ser menos de lo que somos?, ¿alguna vez se despierta de la pesadilla para darnos cuenta que siempre estuvimos seguros bajo la copa de un árbol?

csanchez@diariodexalapa.com.mx

Revolución y transformación

PUNTO Y COMAYair Ademar Domínguez

Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador al señalar que “las dictaduras o las oligarquías no garantizan la paz ni la tranquilidad social”. Lo dijo en el marco del 112 Aniversario de la Revolución Mexicana, una conmemoración muy significativa porque marcó un parteaguas en la historia de nuestro país. Y claro, el presidente actualiza el acontecimiento para referirse a los intereses oligárquicos que siguen dando coletazos en nuestro país, por los grupos de poder que han lucrado siempre con nuestro pueblo.

Otra lección de la Revolución Mexicana, añade “es que los gobiernos democráticos sólo pueden tener éxito si atienden las demandas de las mayorías y, en consecuencia, consiguen a cambio, como recompensa, el apoyo del pueblo”. Y expuso de manera contundente que ningún modelo económico funciona si promueve la esclavitud de unos cuantos por el empobrecimiento de las mayorías.

Con esta visión la Cuarta Transformación de la vida pública del país busca conquistar los derechos que le pertenecen al pueblo y no a los grandes terratenientes, a los hacendados de aquella época que hoy son representados por los hombres del capital, por los ricos y poderosos que se han sentido dueños de nuestro país. Así, la Revolución sigue su marcha, convertida ahora en una transformación que pretende poner al pueblo, a la gente en primer lugar.

En Veracruz, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, que por cierto presentó su informe de gobierno con gran éxito, dando a conocer la destacada obra social que ha realizado, recordó en sus redes sociales estos hechos históricos, refiriendo el papel que tuvo el General Heriberto Jara Corona. “Veracruz ha sido siempre protagonista de las grandes transformaciones de México. Por eso, solo sin olvidar nuestra historia podremos escribir el presente de nuestro estado. Hoy se vive la cuarta transformación del país y se construye su historia con la participación pro activa de millones de veracruzanos”, asentó.

No hay duda. En Veracruz y en todo México, la 4T tiene un papel relevante en el cambio de paradigma, en la nueva política, en la ola transformadora de las instituciones. Hay que decirlo y repetirlo para que se fije en la conciencia colectiva: los tiempos que vivimos son equiparables a la Revolución Mexicana que puso en marcha una renovación del país hace 112 años. A diferencia de esa época en donde se tuvo que resolver con las armas, hoy se está solucionando desde las instituciones. Sí, desde el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador y desde los gobiernos emanados del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) se está subvirtiendo el orden de las cosas.

La Revolución, insistimos, vino a cambiar el orden de las cosas establecidas en ese momento, la transformación hoy busca desterrar a los neoliberales, a los grandes señores del capital que han lucrado con el pueblo.

Ni en México ni en Veracruz queremos dictaduras neoporfiristas. La gente ya no quiere oligarquías, gobiernos para unos cuantos. No, la 4T tiene en la cima de su ideología y actuación al pueblo, a nuestra gente, hombres y mujeres libres que se han sumado y que se han convertido en protagonistas de esta transformación que ya nadie para.

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Comparecencias 2022.


Parlamento Veracruz.

Juan Javier Gómez Cazarín

Este sábado inició el calendario de comparecencias de servidoras y servidores públicos del gabinete del gobernador Cuitláhuac García Jiménez para la glosa del Cuarto Informe de Gobierno.

Y empezamos con el secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, quien ha estado al lado del Gobernador desde el primer día de su encargo.

Las cuentas que rindió el Secretario coinciden con lo que podemos ver en día a día de Veracruz: un Estado con gobernabilidad, con diálogo, con avances sustanciales en la construcción de la paz, con resultados de gobierno a favor de la ciudadanía, con una administración cercana a las necesidades de la población.

Diputadas y diputados de todos los partidos le preguntaron lo que quisieron y el Secretario les respondió con respeto y con la mejor disposición de aclarar sus dudas.

Por cierto, llamó la atención que está vacante la presidencia de la Comisión Permanente de Gobernación. Era la que ocupaba la diputada Margarita Corro, quien desde el 5 de noviembre preside el Congreso y, por ley, no puede pertenecer a ninguna Comisión. En las próximas sesiones, seguramente, designaremos a quien la supla, pero como esa Comisión, además, tiene Secretario y Vocal de lujo, los diputados Paul Martínez Marie y Genaro Ibáñez Martínez se rifaron sacando muy bien la comparecencia. Mis respetos para los dos.

El intercambio entre Eric Cisneros y las diputadas y los diputados fue un gran comienzo de la glosa del Informe.

En total, serán 15 comparecencias –contando la de Eric- antes de que toque el turno al propio Gobernador del Estado, quien acudirá ante el Pleno la mañana del 15 de diciembre para contestar preguntas de las y los legisladores.

Como ven, serán días de mucha chamba para las y los diputados, quienes tenemos la obligación de desmenuzar el Informe y aclarar cualquier duda que pueda haber sobre su contenido –sin descuidar el trabajo normal de las sesiones ordinarias-.

Las y los invito a seguir las comparecencias en la página de Internet del Congreso, en el Facebook o en Youtube, donde las estaremos transmitiendo en vivo. Por lo pronto, mañana a las 11:00 le toca al secretario de Seguridad Pública, con quien trataremos un tema fundamental para la vida de Veracruz.

Cuitláhuac, cuatro años.

Parlamento Veracruz.

Juan Javier Gómez Cazarín

Mañana, de acuerdo a la Constitución, recibiremos en el Congreso del Estado los tomos impresos que componen el Cuarto Informe de Gobierno de Cuitláhuac García Jiménez.

Pero 24 horas antes de sostener esos documentos en las manos, tengo desde ahora una idea bastante clara de lo que dirá ese Informe.

Y no es por hacerle al adivino. Ocurre que me ha tocado ser testigo de los avances que ha tenido Veracruz al mando del gobernador Cuitláhuac.

El primero de diciembre se cumplirán cuatro años de que el Gobernador rindió protesta del cargo en medio del peor desastre de nuestro Veracruz en las últimas décadas.

Cuitláhuac recibió un Estado hundido en todas las crisis posibles. La crisis de seguridad pública: con más muertos que Irak. La crisis del quebranto de las finanzas: deuda al SAT, a la UV, al IPE, a las personas pensionadas. La crisis de la corrupción de los exfuncionarios viviendo en una fiesta de opulencia: circulan historias de botellas de vino de a 60 mil varos. La crisis de la confianza política de la gente con su Gobierno: policías golpeando personas jubiladas y pensionadas, alcaldes acampando en el Palacio de Gobierno en el 2016 mientras mucha gente revisaba el Facebook para, discretamente, borrar cualquier publicación donde aparecieran con el Gobernador de aquel entonces. La crisis de la inversión privada y los empleos: ¿Qué valiente le iba a meter dinero a semejante Veracruz? La crisis de la decepción: la gente votó por un cambio en 2016 y los “salvadores” salieron tantito peor.

Y si a eso le sumamos la pandemia, tenemos la tormenta perfecta.

A todas esas crisis, Cuitláhuac le entró con valor, firmeza, convicción, dedicación y paciencia. También, hay que decirlo, con la enorme presión moral de saber que Veracruz no soportaría un nuevo desengaño y que el pueblo había confiado en él por representar la causa de la Cuarta Transformación.

Cuatro años después, con el liderazgo de Cuitláhuac, Veracruz ha dado una vuelta de 180 grados.

¿Ya se logró lo que se quería? Pues no. Luego de ser uno de los Estados más peligrosos, ahora somos el séptimo más seguro del país, pero obviamente queremos ser el primero. ¿Ya no debemos dinero? Pues sí. Se han ido pagando deudas, pero todavía nos falta, porque nos dejaron endeudados hasta el cuello. ¿Ya se acabó la corrupción? Seguramente no, pero ahora el Gobernador es honesto y los eventuales actos de corrupción son la excepción y no la norma, además de que estamos a las vivas para sancionar a quien se pase de lista o listo. Sin ir muy lejos, nunca el Congreso del Estado había rechazado dos Cuentas Públicas. Y así con todo lo demás.

En suma, a cuatro años, la regeneración de Veracruz va por buen camino. Bien dice Cuitláhuac: nos llena de orgullo.

Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.

Gobernar por carretera.


Parlamento Veracruz.
Juan Javier Gómez Cazarín

No cabe duda que volando a 11 mil metros de altitud a bordo del avión de la Fuerza Aérea TP01 es difícil ver los baches de las carreteras. Lo mismo ocurre desde un helicóptero Super Puma, de esos que alcanzan hasta 270 kilómetros por hora y tienen un techo de vuelo de 6 mil metros.

Así viajaban antes los Presidentes y, al menos en Veracruz, hasta los Gobernadores (estos últimos en Lear Jet y helicópteros Bell que fue como se nos peló el corrupto de Duarte ¿se acuerdan?).

Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador es completamente diferente. Él prefiere volar en aviones comerciales y desplazarse por carretera a pesar de que el destino final de su visita no siempre queda cerca de los aeropuertos a los que llega.

Una vez me tocó ver aquí en Veracruz que el avión lo dejó –porque los vuelos comerciales no esperan ni al Presidente- y se tuvo que regresar por carretera hasta la Ciudad de México después de una gira.

En resumen, Andrés Manuel sí ve los baches, como también ve muchas cosas más de la realidad del país que sólo se perciben cuando uno se mueve por las carreteras y caminos del territorio nacional.

Así fue como la carretera Coatzacoalcos-Minatitlán salió a relucir en la conferencia mañanera del Presidente este lunes. Porque pasó por ahí hace 10 días cuando acudió a supervisar los avances de la modernización de la Refinería Lázaro Cárdenas (tarea encomendada a la siempre confiable secretaria de Energía, Rocío Nahle) y se dio cuenta de las condiciones en que se encuentra el camino ya casi llegando a Minatitlán.

Gracias a esos recorridos por vía terrestre, surgió la instrucción a la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) para arreglar la carretera que es fundamental para la vida económica de la región.

Y, ya de paso, les recomendó también la carretera de Minatitlán a Hidalgotitlán, un compromiso de AMLO del que tampoco se olvida.

Esta última, es parte de un Programa de Caminos Rurales que este año impulsa 13 proyectos en nueve Estados. Y otro proyecto en Veracruz, de este mismo programa, es la carretera de Zontecomatlán a Ilamatlán, en la Huasteca Baja (pegado a Hidalgo).

Estoy convencido de que gobernar por carretera es un signo de la Cuarta Transformación que todos los que formamos parte del movimiento debemos tomar en cuenta para imitar.

El gobernador Cuitláhuac García, por lo pronto, así lo ha hecho en todas las regiones de Veracruz, donde muchas obras de infraestructura a cargo del Estado son testimonio de los nuevos tiempos.

*Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.

El circo de atracciones

TRINCHERA DE IDEAS

CYNTHIA SANCHEZ

Cuando era una cría hasta mi lejana comunidad rural llegaba una vez al año el circo de atracciones. Montaban la carpa en la cancha del pueblo, donde los domingos se jugaba todo el día infinitas retas, llegaban los tráileres jalando las jaulas de leones desnutridos, changos pulguientos, cebras deslavadas y al final un elefante de ojos llorosos.

Pero en aquel entonces los chiquillos no veíamos la miseria y crueldad escondida bajo el toldo luminoso del circo, solo veíamos las lentejuelas brillantes de mujeres alegres que iban en zapatillas altísimas repartiendo boletos gratis o 2×1 por las calles polvorientas. La gente se entusiasmaba y daba permisos para que el circo usara luz, agua, lo que hiciera falta.

Si tenías suerte, y en casa sobraban unos pesos, podías ir a una función: la música fuerte, el olor a palomitas, el elefante con sombrero en la entrada para la foto del recuerdo, y adentro de la carpa un escenario a media luz donde olía a excremento de caballos y heno. Cuando el presentador iniciaba el show se encendían las luces y con una voz engalanada seducía al espectador e iba presentando una a una las atracciones. Se salía lleno de júbilo, con la gran excitación de los trucos que parecían inverosímiles y a la vez facilísimos, y sin darte cuenta, aunque la entrada había sido gratis, habías gastado más de lo previsto, el jornal de la semana que apenas iniciaría.

Cuando el circo se iba la cancha quedaba destruida, cerros de basura, siempre un transformador de luz averiado, un hueco en el suelo de donde se habían conectado a la toma de agua, y de a poco al pasar de los días se iba diluyendo la emoción y quedaba en el pecho la extraña sensación de haber sido timados.

Hoy vivimos día a día dentro de un circo de atracciones, cada vez más luminosas y asombrosas; suceden todo el día, toda la noche; pasamos de un truco a otro olvidando que afuera está la calle polvorienta o, peor aún, nos hemos ido convirtiendo en una atracción para otros y nosotros mismos. Nos vestimos de lentejuelas y sombreros de copa y sonreímos ante las luces de un escenario que nos consume, tratando de ser lo más redituables posibles para no terminar en la jaula del elefante triste.

Un signo de nuestros tiempos es la mimetización. La imperiosa “necesidad” de ser el cúmulo de patrones establecidos por el sistema. Nos ofertan una amplia gama de personalidades, pero, al fin y al cabo, solo moldes que puedan seguir produciendo.

Todo se vende, todo se compra, todo se consume en el circo del capitalismo. Lo mismo si eres alegre, emprendedor, vivaz, triste, suicida, rebelde; se trivializa la particularidad, se hace mercancía de la diferencia y todos participamos del show de nuestra propia degradación humana.

Con los ojos puestos en las luces del escenario no podemos ver u olvidamos qué caro nos sale mantener al circo, qué desgastante nos sale intentar ser del circo.

Poquísimas veces fui al circo en mi infancia, pero recuerdo que al fondo del escenario había una pesada cortina de donde salían y entraban quienes hacían cada número del show, y por un fugaz momento podías ver, si prestabas atención, al payaso sin sonrisa, al hombre más fuerte del mundo agachado en un rincón, a la mujer más bella del mundo sin peluca, al antes bravo león yendo dócilmente a su jaula… un fugaz momento en que podías ver la estafa de la fantasía.

V

csanchez@diariodexalapa.com.mx

Autonomía energética

PUNTO Y COMA

Por Yair Ademar Domínguez

Así como los neoliberales abandonaron la infraestructura de la Comisión Federal de Electricidad para entregarla al consorcio español Iberdrola, lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha defendido a capa y espada, así sucedió con Petróleos Mexicanos, en donde muchas instalaciones fueron olvidadas con la intención de tirarlas a la basura y seguir dependiendo de intereses extranjeros.

Este fin de semana el mandatario mexicano hizo un recorrido por las refinerías de Dos Bocas, Tabasco; Minatitlán, Veracruz; Salamanca, Guanajuato; Tula, Hidalgo y Tampico, Tamaulipas, refrendando que su gobierno va por la autosuficiencia energética, frente a los intereses de los neoconquistadores del país.  

En Tula, Hidalgo, dijo que a esta planta que había sido abandonada, su gobierno le tuvo que meter 2 mil 500 millones de dólares para no dejar que se pudriera y se convirtiera en chatarra. ¿Por qué estamos actuando de esta forma?, preguntó el mandatario retóricamente. “Porque queremos ser autosuficientes. Ya no vamos a seguir con la misma política de vender petróleo crudo, materia prima y comprar gasolinas, porque eso es como si vendiéramos naranjas y compráramos jugos de naranja”, les dijo a los trabajadores.

“Ya no. Vamos a producir en México todas las gasolinas y el diesel que se consume en nuestro país. Para eso era necesario que se acabara con la corrupción porque eso no era una pandemia, eso era una peste, que estaba acabando con México. Ya se tienen que ir los corruptos, sean del sector público o del sector privado o extranjero, a robar a otra parte, ya México no es tierra de conquista”, destacó el Presidente, ante el aplauso público de los trabajadores.

“Como ya no hay corrupción tenemos presupuesto suficiente, porque todo esto no es con crédito, no hemos pedido crédito, no ha aumentado la deuda, todo esto es porque los de antes, los machuchones de arriba no pagaban impuestos. Ya tenemos una hacienda pública fuerte, ya tenemos presupuesto: no necesitamos ni aumentar impuestos ni aumentar el precio de las gasolinas”.

Y al final, ya para terminar su mensaje, reveló que trabaja 16 horas diarias y que por ello, a su gobierno, que le faltan dos años, se convertirán en cuatro, por las jornadas dobles de trabajo. Y aunque el pueblo lo ha pedido y lo pedirá, dijo que no se reelegirá. “No a la reelección, porque yo soy maderista. Acuérdense, sufragio efectivo, no reelección, pero vamos a dejar sentadas las bases, bien fincado el cambio, para que ya no puedan darle marcha atrás”.

“Nunca más un México para una minoría rapaz. Nunca más un México que le dé la espalda al pueblo. Nunca más la corrupción, nunca más el clasismo, nunca más el racismo”, concluyó ante el aplauso de los trabajadores ahí presentes.

Más claro, ni el agua. El trabajo del mandatario mexicano es inédito, no tiene precedente en la historia del país. A pesar de los contratiempos históricos, de las circunstancias mundiales y del hostigamiento de la derecha, su gobierno avanza, va caminando y en esta materia lo que busca es la autosuficiencia, porque en ello estriba nuestra libertad.

Y en ese plano, el sur de Veracruz será estratégico, porque como ya lo hemos señalado aquí, las inversiones que se realizan en las refinerías y el proyecto que ya va en marcha del Istmo de Tehuantepec, están generando una gran derrama económica que se traduce en bienestar para los surveracruzanos.  

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